Soria, Zamora, Ourense, Salamanca y Lugo son las provincias donde más centenarios hay por cada 100.000 habitantes, aunque en términos absolutos se concentran en las provincias más pobladas: Madrid y Barcelona. La concentración geográfica -excepto por Soria- por número de habitantes es tan evidente que uno se pregunta qué comen por allí o qué escalón evolutivo han dado para que tanta gente cumpla 100 años. “No se puede hablar de genes, ni de estilos de vida”, descarta de un plumazo Antonio Abellán, investigador del Grupo de Investigación sobre Envejecimiento del Centro Superior de Investigaciones Científicas (CSIC). “La Sanidad, las relaciones familiares y sociales son igual en esas comunidades que en las demás; no hay ninguna que castigue a los viejos”, insiste, “ni que tengan una habilidad especial en cuidar”.
No tan deprisa, dicen los expertos en fisiología. “Hay un conjunto de características genéticas que facilitan la longevidad”, junto a otras condiciones ambientales (estilo de vida, dieta, etc), afirma María Ángeles Martínez de Pancorbo, directora del banco de ADN de la Universidad del País Vasco, que estudia la genética de personas longevas en Euskadi. Hay ciertas enfermedades que a menudo son legados familiares, como el cáncer o enfermedades cardiovasculares, explica, y que los grupos que sobreviven más tiempo no sufren.
“La concentración de centenarios en algunas provincias puede deberse al emparejamiento que se produce en esas zonas y que pasan la carga genética de generación en generación”, añade Consuelo Borrás, fisióloga de la Universidad de Valencia experta en longevidad. Como han concluido sus investigaciones en el interior de Valencia y en Toledo, los genes tienen mucho que ver en que las personas sobrevivan tantos años: “La carga genética que tienen los centenarios es diferente a la de los que no llegan a esa edad y se parece más a la de los jóvenes que a la de los octogenarios”.
Factores demográficos
Los datos sobre el número de centenarios -que en España eran 12.183 a 1 de enero de 2017, según datos provisionales del Instituto Nacional de Estadística(INE)- son parte de la evolución del proceso de envejecimiento de la población, explica Abellán. Reflejan, además, que los más mayores duran más y este proceso se observa ya en los territorios que comenzaron el proceso de envejecimiento antes. “Proporcionalmente es lógico”, asegura. Con el tiempo, a medida que la edad de la población vaya aumentando en otras pronvicias, el mapa se igualará.
Pau Miret, investigador en el Centre d’Estudis Demogràfics (CED) de la Universidad Autónoma de Barcelona, señala a la emigración como el factor principal que marca en el envejecimiento de un territorio, y en consecuencia, que más gente cumpla 100 años. En los movimientos migratorios son los más jóvenes los que se marchan. Es difícil que alguien no se haya cruzado a estas alturas con algún reportaje sobre cómo se están despoblando provincias como Soria o Teruel.
En el mapa se observa una clara brecha norte-sur que se explica también por las diferencias en la esperanza de vida, el segundo elemento que determina que en algunos lugares se soplen más velas, según Miret. Pero no se trata de la que se calcula para los recién nacidos, que en Galicia es de las más bajas de España, sino la esperanza de vida saludable de la población mayor de 65 años, donde las provincias gallegas remontan.
Borrás coincide en que los factores que señalan los demógrafos son importantes para explicar la concentración geográfica, pero insiste en que no deben descartarse los genes. Aunque como señala Martínez de Pancorbo, “no se puede decir que la gente de esas zonas tenga una genética más favorable para la longevidad”. Y no se puede porque no se ha investigado, según su experiencia, porque conseguir medios es “misión imposible”.
Nadie se atreve a señalar ningún ingrediente concreto que explique las diferencias entre provincias. Abellán, coautor de Un perfil de las personas mayores en España, 2017, explica que tampoco se han hecho estudios demográficos que establezcan una correlación entre comunidades con más equipamientos, recursos sanitarios y sociales destinados a mayores, y el número de centenarios. Concede, solamente, que “es posible que los recursos lleguen más y mejor a las personas mayores en comunidades como Castilla y León, donde menos personas jóvenes los necesitan”