Calatrava Digital.- “En Almagro resucita el Teatro Clásico Español”, así titulaban las crónicas de la época la reinauguración del Corral de Comedias el día 29 de mayo de 1.954 a las seis de la tarde, un espacio único en el mundo, un teatro de la época de Cervantes y Lope que resucitaba, con su estructura original, merced a la tutela de la Dirección General de Bellas Artes. Un espacio que se reabría tras varios siglos de olvido. Aquel que fuera un escenario teatral del Barroco y un lugar donde dramas de capa y espada, de afrentas de honor eran interpretadas, volvía a ver la luz para servir al mundo de la interpretación y el teatro del Siglo de Oro.
Y que mejor que para su reinauguración que la puesta en escena de la obra “La Hidalga del Valle”, el Auto Sacramental que Pedro Calderón de la Barca escribió alrededor del año 1634, por la compañía del Teatro Popular Universitario del departamento de cultura español -la cual había sido estrenada cuatro días antes en el Teatro Español de Madrid-, bajo la dirección de Gustavo Pérez Puig que contó con Rafael Redondo para la escenografía y con Miguel Narros para los figurines. La música fue de Mario Medina y la coreografía de Karen Taft. El reparto de aquella función inaugural estuvo integrado por Pilar Fernández Labrador, José María de Prada, María Teresa del Río, Ángel Aranda, Ángel Menéndez Vives, Blanca Sendino, Conchita Vaquero, Elena Santonja, Antonio Forcada y Rafael Samaniego.
Al acto asistieron autoridades del Ministerio de Educación, como Gaspar Gómez de la Serna, jefe del Departamento de Cultura, junto al Director General, Pérez Villanueva, así como el Gobernador de Ciudad Real, José María del Moral, y el alcalde de Almagro, Julián Calero, así como setenta escritores que participaban en las jornadas andantes y literarias de la Mancha y cerca de mil personas que no quisieron perderse el solemne acto.
El Corral de Comedias el día de su estreno
“Paredes blancas, zócalos azules, maderas teñidas de almagre. El tablado a la altura exacta que señalan los pivotes de la primera edificación, y ante el, el patio que luego se llamaría luneta, y los aposentos o palcos con sus celosías, y los dos pisos de galerías o barandillas. El segundo -desván o cazuela- durante mucho tiempo reservado exclusivamente a las mujeres”, apuntaba el periodísta Alfredo Marquerie en la edición del ABC en su artículo sobre la reinauguración del Corral de Comedias “Salto atrás en el tiempo. El Corral de Comedias de Almagro”.
“Sobre los tejadillos, donde se conservarán las huellas de la vela o toldo, el claro cielo manchego. En la viga que corre por encima del primitivo escenario, los antiguos garfios para colocar la cortina, y en los pies derechos del foro las muescas en la madera que señalan el lugar en que se apoyaba el artificio para mover los sencillos decorados”.
Y sobre su hallazgo Marquerie continúa señalando,“al efectuarse la restauración, en la alacena tapiada de u no de los amplios vestuarios, apareció una baraja completa anterior a 1.700. El naipe fue siempre compañero retozón de los comediantes. Bajo la cal que encubría dintel y jambas de las puertas del foro surgieron las capas superpuestas de pinturas de carácter escenográfico, sin duda para las representaciones de mucho fondo… Y en uno de los aposentos o palcos la inscripción de reserva para determinada entidad ocupante… Todo ha quedado, todo está igual que ayer, un ayer en el que estrenaban sus obras Tirso y Lope, Calderón, Ruiz de Alarcón, Rojas Zorrilla, Moreto…”
Para concluir su crónica añadiendo “no existe en todo el haz de la Península un Corral de Comedias como este, que ha sido restaurado en la noble y calatraveña ciudad de Almagro. Pueden desarrollarse en el a la perfección ciclos de teatro clásico, en el ambiente más puro y prístino que cabe concebir, para saboreo y deleite de propios y extraños. Pero espanta y horroriza la idea que en en cualquier momento el local pudiera dedicarse a otra finalidad distinta -por ejemplo, al anacronismo insultante de un “cine” al aire libre-. Por el momento, no hay peligro. Pero ¿y mañana…? Su condición impar tal vez autorice la declaración de monumento nacional. Así se evitaría el riesgo”.
La historia del Corral de Comedias
Nuestro Corral de Comedias es el único escenario que permanece activo tal y como era hace casi cuatrocientos años, desde que en el año 1628 el presbítero de la Iglesia de San Bartolomé el Viejo, Leonardo de Oviedo, pidiera permiso al consistorio almagreño para la construcción de un corral en el patio del Mesón del Toro, dándose la primera representación en el mismo a cargo de la compañía de Juan Martínez en 1629.
La estructura de la edificación es similar a la de las casas islámicas y labriegas de finales del siglo XVII, con galerías abiertas al interior del patio, al que dan las ventanas de las dependencias, y que a su vez servían de aposentos durante las representaciones y de dormitorio para los viajeros. El patio está acotado por 54 columnas que sostienen el edificio y proporcionan una de las características primordiales del Corral, su color almagre tan característico.
Tras la prohibición de los corrales en el siglo XVIII, el Corral de Comedias de Almagro pasa a convertirse en el Mesón de la Fruta. La falta de higiene, el riesgo de incendio, desordenes y altercados terminaron por cerrar estos espacios. Además la irrupción de otros espectáculos como la ópera requieren locales cerrados para una mejor acústica.
Y así transcurrirían los años hasta su redescubrimiento en el año 1954. Solo un año después era declarado Monumento Histórico Artístico, y en 1972, la villa de Almagro era declarada Conjunto Histórico-Artístico impulsando así la restauración y rehabilitación de varios de sus edificios (iglesias, palacios, viviendas, ermitas…). Y en 1978, se inaugura el Festival internacional de Teatro Clásico que ha tenido continuidad hasta nuestros días.