La comercialización del producto es un premio al tesón y al esfuerzo, puesto que desde que dio con la fórmula, hasta conseguir la patente y pasar todos los procesos sanitarios pertinentes ha pasado un largo proceso. “He patentado la idea, ya que aunque un huevo frito es algo común, la manera de prepararlo que he ingeniado sí podía contar con mi autoría”. Los primeros intentos por conseguir la fórmula de la ultracongelación del huevo frito se remontan hasta 1951 en Estados Unidos, pero fueron infructuosos, ya que tanto la yema como la clara son incompatibles con este proceso por su alto contenido en agua o en proteínas. “El huevo es un producto complicado para trabajar, además de estar sometido a muchos requisitos sanitarios, pero al someterlo a un choque térmico, no hay posibilidad de salmonella”, aclara.
Fue en 2013 cuando decidió lanzarse a por todas con este innovador proyecto. “Vi que mi manera de entender la hostelería no era compatible con la idea de tener una familia, ya que me dedicaba mucho tiempo. Así que decidí darle un giro y en lugar de tener un restaurante, me dediqué a la elaboración de platos precocinados”, relata. Entonces rescató el proyecto de final de sus estudios en la Escuela de Hostelería de Aragón, en Teruel, en 1997, en el que presentó este huevo ultracongelado. “Teníamos que idear un restaurante y diseñar su funcionamiento, pero como yo por aquel entonces iba un poco por libre, decidí presentar esta idea. Evidentemente, no coló”, dice Yzuel entre risas. Ahora, todavía recuerda ese momento con el director del centro, con el que sigue colaborando con asiduidad.
“Creo que la clave de todo está en la especialización, buscar aquello que no hacen los demás. No podíamos competir haciendo croquetas, porque no tenemos capacidad. Así que me centré en el huevo, en perfeccionarlo y sacarlo adelante”, añade, y es que recuerda que la industria alimenticia mundial está controlada por no más de siete grandes empresas de las que penden el resto. Así, Yzuel se convierte en una especie de Don Quijote, en su cruzada por hacerse un sitio entre tal oligopolio, sin olvidar sus orígenes y los de su familia, al frente de un restaurante en el corazón de los Monegros, en los que aprendió, asegura, el amor por la cocina, pero también a ser creativo y a pelear por sus metas.